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Arquitectos: ATOMAA
- Área: 142 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Alberto Strada
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Las primeras inspecciones revelaron una ruina típica de la zona, utilizada principalmente para ganado y heno de temporada - una estructura precaria, reservada para descubrimientos inesperados. Un gran arco de piedra y una antigua chimenea emergen, lo que sugiere que antes de ser utilizado como establo, sirvió como residencia. Además, la presencia de una especie de Tholos en el exterior, menos típico de la zona, otorga más connotaciones al conjunto.
De un intercambio de volúmenes surge un cuerpo adicional que enriquece la disposición original y clarifica espacios y funciones. Para ello, un rediseño del espacio en el corazón de la casa - la cocina - obtiene un techo de doble altura. De esta manera, el ambiente se expande, inundando el espacio de luz natural. La entrada y la sala de estar se ubican en el nuevo volumen, con sus talones en el borde de la montaña.
El interior se configura como un lugar privilegiado desde el que observar las cumbres circundantes. Las diferentes aperturas derivan de la restauración de las anteriores, ya que revisitan geometrías arquetípicas. Diseñados de adentro hacia afuera, estas aberturas ofrecen miradas hacia el paisaje que reconstruye el espacio doméstico.
En un valle de alerces, reutilizamos los elementos de madera en lo posible, recuperados del descarte de los viejos forjados y las vigas deterioradas de la cubierta, otorgándoles nuevas funciones.
La primera habitación es la sala de estar, anticipada por una especie de vestíbulo. Este espacio fue concebido para observar la montaña acompañado del calor de una estufa exenta. Aquí el suelo es de resina negra, diferenciando el nuevo ambiente del resto de la casa, con sus suelos de alerce teñido de negro.
Tras ligeros desniveles, pasamos a la edificación preexistente donde estuvo la puerta de entrada.
En el centro de la vivienda se sitúa la cocina-comedor, de la que parten todas las estancias. La cocina se caracteriza por un gran mueble que ocupa toda la doble altura de la estancia. La sala está llena de luz natural que entra desde la mesa principal de arriba. Además, pequeñas ventanas enmarcan la vista hacia el paisaje, pintando escenas dinámicas a medida que cambian las estaciones.
El volumen de servicio, con el muro de la cocina y dos tramos de escaleras, es un verdadero bloque funcional para el uso de los espacios a los que sirve. Este elemento central actúa como una bisagra alrededor de la cual utiliza el flujo proporcionando funciones que orbitan a su alrededor. Bajando una estrecha escalera, se ubica en la planta baja el dormitorio principal, para garantizar mayor privacidad pero sobre todo para disfrutar de la vista privilegiada desde el arco de piedra.
La ventana de forma arqueada proporciona un espacio para sentarse y contemplar mientras el usuario tiene el lujo de mirar hacia el paisaje, a través de un elemento tectónico único que refleja y hace referencia a una forma que alguna vez fue. Arriba, dentro de la inclinación del techo, se oculta una segunda habitación, a la que se accede por una escotilla retráctil. Sólo desde esta altura, a través de una abertura en el muro, se puede admirar el paisaje a través del tímpano acristalado.